La noche llega fría y solitaria, dejando a un lado el caluroso y rutinario día de hoy. La música es solo parte del ambiente que rodea esta pequeña habitación, al lado de un exquisito trago de agua y el recordatorio de mi estómago que debo cenar. La cena será algo sencillo, cereal con leche y quizás una taza de té, mientras divago en los canales de la televisión por cable sin encontrar algo que me entusiasme por completo, así que me conformo con ver cualquier cosa.

Los pensamientos van y vienen sin embargo los dejo fluir como el agua de los ríos, hasta que me quedo estancada en un pequeño e inusual cuestionamiento personal ¿Vale la pena vivir en una rutina?... Luego de pensarlo un poco llego a la conclusión de que es totalmente devastador, vivir haciendo todos los días lo mismo, sin dedicarte un tiempo personal, sin darte un momento de compartir, de amar, de disfrutar y hasta de molestarte, no tiene sentido para mí.

La rutina no es la mejor amiga y mucho menos la mejor consejera, ella te llena de flojera y de un conformismo que envejece al espíritu, con ella no avanzas ni un centímetro para cumplir tus sueños porque hasta el sentido del humor pierdes.

Decirle adiós a la rutina no es tan complicado, es solo cuestión de disposición, puedes salir con tus amigos, ver un programa de tv distinto, puedes ejercitar tu cuerpo, cambiar los malos hábitos que tengas en tu trabajo o en tu hogar y porque no darle un giro a tus malos hábitos personales.

No permitas que el miedo te domine cayendo en una rutina que no debes, así que relájate un poco, respira y tomate un buen momento del día para ti.