Al día siguiente de llorar

21 de agosto de 2016


Despierto aún con cierto malestar corporal y la visita de mi detestable compañero nocturno, el insomnio...

Hoy el día está diferente, el sol acaricia mi piel mientras las guacamayas hacen su viaje matutino para dar los buenos días a todos los caraqueños. La cama está suave, las almohadas más esponjosas, como si me rindieran pleitesía por algún acto heroico y es así como me dejo sumergir en el agradecimiento con un sincera sonrisa.

Agradezco primeramente por tener a mis padres, mi hermano, una familia, mascotas y plantas, también por respirar, por la dicha de ver, escuchar, caminar, tomar agua, comer y poder dejarme sentir las lagrimas del día anterior. Agradezco por cada persona que en su transitar de vida se cruzo en mi camino y dejo huellas, agradezco por lo que está por venir, por el sereno día de hoy, por lo conocido y lo desconocido.

Hoy agradezco todo lo que me rodea, todo lo que puedo hacer, todo lo que podré hacer.

Hoy agradezco la maravilla de vivir.

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